En torno a la época de los visigodos

 


 

Además de los restos de poblado romano que existen en Cabeza la Vaca, hay restos iberos y arqueológicos, pero siguiendo la línea temporal, a la dominación romana le sigue el periodo visigodo que también dejó restos en el pueblo, tales como la espada en la lápida de la fachada E de la iglesia parroquial. Conozcamos algo más sobre la historia que afectó al municipio, como al resto de Castilla y el resto peninsular igualmente.

En el territorio que hoy conocemos como Castilla, se asentaron previamente hispanorromanos, visigodos y musulmanes. Aunque las raíces castellanas se desarrollaron dentro de un contexto de relaciones feudales en la Edad Media, es útil considerar la situación política previa durante el dominio visigodo para entender el contexto histórico. 

Los primeros reyes cristianos, que combatieron a los musulmanes, buscaban conectar, al menos simbólicamente, con la monarquía visigoda. 

El reino visigodo, con una duración de aproximadamente dos siglos, representa un laboratorio histórico ideal para estudiar la transición de la época antigua a la medieval, una civilización de bisagra con reminiscencias político-institucionales de la antigüedad y características emergentes plenamente medievales.

La desintegración paulatina del Imperio romano, provocada por la frecuente incursión de pueblos germánicos y las disensiones políticas internas, llevó al asentamiento de suevos, vándalos y alanos en la península ibérica hacia el siglo V. 

Estos pueblos germánicos, que habían migrado desde el centro de Europa, se organizaban en torno a estirpes familiares. 

Los visigodos, procedentes de la Galia, se asentaron en Hispania a finales del siglo V como un pueblo federado, habiendo firmado un foedus (pacto militar) con los romanos para combatir a los suevos, vándalos y alanos.

El reino visigodo alcanzó un gran esplendor en el siglo VI entre las monarquías germánicas, con una sucesión "democrática" o mejor dicho, "electiva", que promovía la elección del candidato más idóneo o valeroso. 

Aunque inicialmente los visigodos practicaban el cristianismo en su versión arriana, su conversión al catolicismo, especialmente con Recaredo durante el III Concilio de Toledo en el año 589, tuvo un impacto significativo en la estabilidad política del reino.

El arrianismo negaba la Santísima Trinidad, la esencia divina formada por tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y un solo Dios verdadero. Y fue lo que enfrentó a San Hermenegildo con su padre Leovigildo, que lo mandó decapitar en la Puerta de Córdoba de Sevilla, donde se ubicaba la cárcel que todavía se conserva. San Hermenegildo era sobrino de San Isidoro y San Leandro de Sevilla, hermanos de su madre, Mónica, que subiera a los altares como Santa Mónica. Fue la primera esposa de Leovigildo, que casara después en segundas nupcias tras enviudar. La Calle Fray Isidoro de Sevilla se intitula así porque su tumbas se supone estuvo (o está) en esa pequeña plaza donde arranca, frente al llamado Colegio de los Moros, por haber sido hospital de tropas moras en la Guerra Civil, llamándose realmente hasta los años 80 del siglo XX Colegio Nacional Queipo de Llano, toma hoy otro nombre de otra personalidad histórica como lo fue Arias Montano. 

La estructura jerárquica del poder visigodo se consolidó bajo Leovigildo, quien adoptó atributos romanos y sustituyó el pavés germánico por el trono y la unción real. El monarca visigodo disfrutaba de amplios poderes como jefe militar, legislador, juez supremo y jefe del aparato administrativo. Se pasa en estos momentos del derecho romano, escrito, al derecho germano, de tradición oral.

San Isidoro de Sevilla, en el siglo VI, diferenciaba entre el rey y el tirano, afirmando que un rey que actuara injustamente perdía su condición de monarca. San Isidoro vio el comportamiento de su cuñado Leovigildo y quiso prevenir al respecto. Sin dudas, es un antecedente de la filosofía que en el Renacimiento se hiciera famosa con Maquiavelo y "El Príncipe".

La crisis final del periodo visigodo se caracterizó por conflictos sucesorios y el ascenso de clanes familiares, dentro de un contexto que algunos autores describen como protofeudal. Al mismo tiempo, la expansión del islam, predicado por Mahoma en el siglo VII, se extendió rápidamente por Oriente y el norte de África. 

La llegada de los musulmanes a la península ibérica en el 711, facilitada por conflictos internos entre la nobleza visigoda, marcó el fin del reino visigodo y el inicio del dominio musulmán en la región. Este cambio fue aceptado por muchos campesinos, que veían en el nuevo dominio mejores condiciones sociales y económicas.

 

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