Sobre la transición al retiro y el estrés ocupacional de los jubilados


 

Según Wang et al. (2011), la transición al retiro implica una serie de cambios que requieren tiempo y esfuerzo para ser completamente asimilados. 

Los factores de ajuste juegan un papel crucial en este proceso, incluyendo la salud física y mental, la situación financiera, el apoyo social y las expectativas sobre el retiro. Moen, Kim y Hofmeister (2001) destacan la influencia de los roles sociales y la identidad ocupacional en esta transición, subrayando que la jubilación no solo implica dejar de trabajar, sino también reevaluar la identidad y el propósito de vida. 

Una adaptación exitosa al retiro está asociada con menores niveles de estrés y una mejor salud mental, ya que la pérdida de la identidad ocupacional puede provocar sentimientos de inutilidad y depresión si no se maneja adecuadamente (Quick & Moen, 1998).

La teoría del estrés ocupacional, por su parte, se basa en la premisa de que el estrés surge cuando existe una discrepancia significativa entre las demandas del trabajo y los recursos disponibles para enfrentarlas. 

Esta discrepancia puede manifestarse de diversas formas, como una carga de trabajo excesiva, falta de control sobre las tareas, ambigüedad en los roles laborales, conflictos interpersonales, inseguridad laboral y falta de apoyo social (Kivimäki & Kawachi, 2015).

El Modelo de Demanda-Control de Karasek (1979) es uno de los más influyentes en esta teoría, postulando que el estrés laboral es más probable en trabajos con altas demandas y baja autonomía o control sobre las tareas. 

Esta falta de control puede generar sentimientos de frustración y desamparo, contribuyendo al estrés ocupacional y sus efectos negativos en la salud y el bienestar (Karasek & Theorell, 1990; Häusser et al., 2010). 

Un estudio reciente de Cho y Steege (2021) respalda estos hallazgos, subrayando que las demandas laborales y la falta de control son factores críticos en la aparición de estrés laboral y agotamiento.

La teoría del estrés ocupacional también reconoce que el estrés no es inherentemente negativo, sino que puede ser una respuesta natural a situaciones percibidas como desafiantes o amenazantes. 

Un cierto nivel de estrés puede ser motivador y facilitar el rendimiento laboral. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico o abrumador, puede tener consecuencias significativas para la salud física y mental, incluyendo problemas como ansiedad, depresión, agotamiento y enfermedades cardiovasculares (Ganster & Rosen, 2013; Edú-Valsania, Laguía & Moriano, 2022).

Además, la teoría subraya la importancia de las estrategias de afrontamiento que los individuos utilizan para manejar el estrés laboral. 

Estas estrategias pueden incluir el establecimiento de límites entre el trabajo y la vida personal, la búsqueda de apoyo social y emocional, el desarrollo de habilidades de afrontamiento efectivas y la participación en actividades de autocuidado (Lazarus & Folkman, 1984; Sonnentag & Fritz, 2015). 

Un estudio de 2022 destaca la efectividad de estas estrategias en la mitigación del estrés y la mejora del bienestar de los trabajadores (López-Cabarcos, López-Carballeira & Ferro-Soto, 2022).

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