Los monjes benedictinos seguidores de San Benito de Nursia, monjes de combate


Son monjes de combate y veremos por qué. El canto gregoriano entonado por una docena de monjes que están en la treintena de edad, evoca la frescura y la vitalidad de un manantial, como los que estamos acostumbrados a ver por tierras de Tentudía y en pueblos como Cabeza la Vaca a los que la naturaleza ha regalado con abundante agua, brindando estos monjes una solemnidad no ostentosa y una armonía que resuelve los intensos y prolongados combates del alma.

Esta experiencia está disponible para todos los que atraviesan el umbral de la basílica de San Benito de Nursia para participar en la misa conventual, que se celebra cada mañana a las 10. Esta misa, conocida también como la Misa tridentina, fue revitalizada por el Summorum Pontificum de Benedicto XVI. 

Estos monjes benedictinos explican que prefieren esta forma por su adecuación al estilo contemplativo de sus oraciones, preservándo así una tradición viva que debe ser tanto experimentada como transmitida.

En un día laboral cualquiera al uso, como el primer Viernes de Julio, unos cincuenta fieles de todas las edades se reúnen en la iglesia. Entre ellos, se pueden encontrar jóvenes en chándal, en camiseta deportiva, lo que no quita para que sigan perfectamente los momentos rituales del oficio arrodillándose y levantándose en los momentos indicados tradicionalmente durante la misa. También pueden verse incluso madres que amamantas a su hijo, cubriéndose discretamente en el templo. Entre los asistentes al oficio, algunos llevan la cabeza cubierta y otros no. La Eucaristía se recibe arrodillado, directamente en la boca. Se combina aquí tradición y contemporaneidad. 

Esta misa se oficia en lo que fuera el hogar natal de San Benito y Santa Escolástica, que era hermana gemela de San Benito, patrón de los archiveros y patrón de Cabeza la Vaca, es igualmente patrón de Europa.

La iglesia y su monasterio se erigen en el lugar donde nacieron, allá en el año 480, Benito y su hermana Escolástica, después santos, eran hijos del gobernador romano de la región. 

En el siglo VI, se construyó un oratorio para venerarlos y, en el siglo XIII, una iglesia que incluye la estancia donde nacieron. Un monasterio benedictino masculino, establecido en esa época, fue suprimido en 1810 por Napoleón, -como otros tantos desastres y exclaustraciones, robos, sacrilegios, asesinatos, etc.- dejando el convento vacío durante unos dos siglos.

La renovación llegó desde Estados Unidos. En el año 2000, a petición del obispo, el padre Cassian Folsom, un benedictino estadounidense de Indiana, llegó a Nursia con otros dos monjes americanos que, inicialmente planeaban establecerse en Roma, pero tras dos años turbulentos, regresan a Nursia; y, lo que comenzó con solo tres monjes, ha crecido rápidamente a día de hoy pues el convento alberga dieciséis monjes consagrados con una media de edad que está en los 34 años, siendo uno monasterios con monjes de los más jóvenes en el hemisferio boreal.
 
Tienen vocaciones y proceden en su tarea de evangelización a través de Internet. El monasterio atrae vocaciones internacionales gracias a las nuevas tecnologías de comunicación contemporáneas y personas de todo el mundo descubren allí a la comunidad en línea, se contactan y, en algunos casos, se quedan tras un periodo de prueba. 
 
En cuanto a la vida monástica en Nursia, desde mediados de Septiembre hasta Pascua, los monjes comen una vez al día; en otras épocas del año, dos veces al día, con días de ayuno. Preside la austeridad y son vegetarianos. 
 
El silencio es estricto y va desde las horas completas hasta los maitines y, durante las actividades diurnas, la comunicación se realiza mediante gestos. En las comidas, se leen pasajes de las Escrituras mientras se come en silencio.
 
La misión espiritual del monje es luchar contra los vicios y servir a la Iglesia desde la reclusión. Hoy día, que tan de moda está la meditación al modo oriental, no es que se esté descubriendo nada nuevo, los occidentales llevamos practicando la meditación al estilo occidental durante toda la vida de la Iglesia como institución y antes de Jesucristo porque también antes se meditaba y se hablaba con Dios. Meditación es tanto la oriental como la occidental, tan mantra es el "ommmmmm", como el "Padre nuestro que estás en los cielos...". Mantras que nos conectan con nosotros mismos, que intentan elevar el espíritu y conectarnos con lo que somos en realidad. Somos energía, se trata de conectarse con la Energía Principal, que todolo crea, de donde todo parte y de la y en la que todo fluye.
 
El padre Martino, de 32 años y proveniente de Texas, destaca que su servicio a la Iglesia es más potente como monje que como sacerdote diocesano, comparando su misión con la de Santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones.
 
Pero veamos el verdadero legado de San Benito. Contrario a la creencia popular y tradicional, San Benito nunca habría  pronunciado la frase "ora et labora", reza y trabaja. Este lema, habría sido acuñado o popularizado en el siglo XIX, pero reduce la riqueza del carisma benedictino, que también incluye la vida comunitaria, la hospitalidad y la orientación espiritual. Es decir, se ha incidido en la oración y en el trabajo, pero se habría dejado quizás en un segundo plano la vida de comunidad, la dimensión de hospitalidad y beneficencia; y, en definitiva, la orientación espiritual en un sentido más amplio, no solo asceta o místico, sino de batalla, en el día a día.

San Benito, también es patrono de Europa, lo es desde 1964, lo que ofrece una perspectiva esencial en un momento crítico para el continente. 

La verdadera contribución de San Benito y su verdadero legado sería la conversión y la primacía del amor a Cristo, algo que a Europa le sería útil para su unidad y cohesión.

 

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