Dioses ancestrales de la tierra: Liber Pater
Liber Pater en Museo de Carmona, Sevilla
En la austera Extremadura, tierra de encinas y montes, el culto a Liber Pater, ese dios romano de la fertilidad y el vino, dejó huellas firmes en un lugares que hoy los arqueólogos miran con ojo avizor, como el santuario íbero-romano de Montaña Frontera, éste en Valencia, en lo que fuera Sagunto. La deidad es una divinidad de doble rostro, fruto del entrecruzamiento de culturas. Así, mientras los romanos invocaban a Liber Pater, los iberos adoraban a su Bokon, un dios que compartía con el romano sus funciones fecundas y solares.
Citamos el yacimiento de Montaña de la Frontera aunque no es Extremeño, por ser uno clave en el estudio de esta filosofía de la vida, de esta religiosidad, aparece en él un pedestal con la inscripción "Bokon", el cual ha llevado a los investigadores a establecer un paralelismo fascinante entre este dios ibérico que se asimiló al Liber romano por sus atributos comunes, siendo ambos protectores de la fertilidad de la tierra y de los hombres. Para fusionarse de tal modo, se deduce que ambas deidades debían desempeñar funciones semejantes, asegurando con sus dones el ciclo vital de crecimiento y renacimiento, tan crucial en el mundo agrícola de la región.
El perfil de Liber Pater evolucionó con el paso del tiempo, adquiriendo un cariz heroico en su contacto con otras culturas mediterráneas.
Con el dios griego Dionisio, divinidad del vino, de la alegría frenética y los misterios, compartió también atributos y se le comenzó a ver no solo como protector de la fertilidad, sino como un dios de los hombres fuertes, de los héroes.
En la imaginería ibérica, se vincula incluso con Herakles, el Hércules griego; y con deidades fenicias como el Melqart o el Baal Hammon púnico, veneradas por los antiguos fenicios que también dejaron sus huellas en la Península Ibérica.
Las culturas, al fin y al cabo, eran como el agua que corre en Extremadura: se cruzaban, se mezclaban, y, en ocasiones, creaban algo nuevo. La figura de Liber, reverenciada entre los olivares y viñedos de la región, es una prueba clara de que los dioses no son estatuas frías, sino espíritus vivos que cambian, que se adaptan y que acompañan a aquellos que, como los habitantes de esta dura tierra, buscan la protección y la fecundidad en un entorno difícil y desafiante.
Pero existe una muestra descubierta no hace demasiado tiempo del Liber Pater en Extremadura, concretamente en la antigua Caurio (Coria, Cáceres) y es nuestras manos material gráfico, una inscripción, un fragmento, incrustado en el pavimento de una vivienda de la calle Rey, que se encuentra cerca del Ayuntamiento y en las proximidades del solar de la antigua Caurium.
La inscripción está grabada sobre un bloque rectangular de granito que, a simple vista, parece haber sufrido fracturas en sus extremos superior e inferior. La fractura en la parte superior sugiere que podría haberse perdido parte de la decoración original. En la parte superior, una incisión semicircular—quizá un símbolo solar— se observa claramente; su forma sugiere que no representa el típico símbolo lunar con puntas hacia arriba. La inscripción, encuadrada en una cartela, contiene cuatro líneas de texto. Desafortunadamente, el deterioro es notable, sobre todo en las dos últimas líneas, donde solo se adivinan algunos trazos.Esta inscripción, que posiblemente constituya una dedicatoria a Liber Pater, guarda los ecos de una devoción antigua y profunda.